No ser madre te permite mirar la maternidad desde afuera y aunque pareciera que no, a veces el paisaje se ve con mayor claridad cuando tomas perspectiva que cuando estás atravesándolo. Yo empecé a acompañar familias a mis 23 años y agradezco tanto a cada familia, que aún siendo tan joven y aún sin tener mi propia familia, confió en mi y me abrió las puertas de su hogar. Gracias a cada uno de ustedes he aprendido demasiado, y he conocido en profundidad muchos corazones y muchas vidas. Ahora, teniendo a mi hija en mi panza ¡hay mucho que no quisiera olvidar!
No quisiera olvidar que SIEMPRE una madre da lo mejor que puede con lo que tiene. No conozco a la primera “mala” mamá, conozco corazones heridos, infancias duras, vidas sin sanar, que hacen difícil amar a un hijo, pero nunca he conocido a una madre que intencionalmente quiera hacerle daño a su hijo. Así que quiero ser compasiva conmigo misma, saber que me equivocaré como cualquier ser humano y que aprenderé de mis errores. Quiero recordar que mi propia evolución será el mejor regalo para mi familia y sin exigencias, deseo seguir comprometida con mi propia sanación.
No quisiera olvidar detalles que pueden parecer insignificantes, pero que considero esenciales, como que deseo vestir a Elena para su propia comodidad y desarrollo y no para el deleite de los adultos ¡Tan lógico y tan difícil! Ser mamá de una hija, ver toda la ropa HERMOSA que hay para niñas, me ha hecho querer olvidar esto y ponerle unos vestidos PRECIOSOS, pero con los que sé que no podría moverse con libertad y se sentiría muy incómoda. Más que verse linda para los otros, deseo que se sienta MUY cómoda con cada prenda que le pongamos. Así mismo, quiero organizar su cuarto para ELLA y no para nosotros como padres: un espacio tranquilo, sin muchos estímulos, colores sobrios que le permitan conectar con ella y su propio ser.
Siempre dije que alrededor de la llegada de un hijo se movía un gran consumismo y siempre pensé que las necesidades de un bebé son simples, así que deseo serme fiel y comprar lo que consideramos ESENCIAL (en otro artículo les puedo contar qué compraremos). No quiero perderme en las angustias ni en las creencias de que “hay que comprar MUCHAS cosas”, quiero seguir fiel a mi mirada sencilla frente a la vida.
No quiero olvidar que las mujeres podemos ser dominantes en el terreno de la crianza y sin darnos cuenta, desplazar a la pareja, bajo pretextos (en los que no creo) de que “mamá es mamá” o las “mujeres tenemos el instinto de la crianza”. Quiero, profundamente y genuinamente, construir una crianza compartida con mi esposo. Veo que esta sobrecarga en la mujer al final se torna insostenible y las mujeres quedan exhaustas. Los padres, además, suelen sentirse tristes tras verse incompetentes para la crianza de su hijo y lo que más me duele, es como sin darnos cuenta, afectamos el vínculo entre padre e hijo y les distanciamos por estas mismas ideas. Quiero que tanto él como yo tengamos espacio en la crianza, para equivocarnos y aprender juntos.
Quiero recodar que las mujeres tenemos exigencias adicionales: ¡gestar una vida! ¡traer a un bebé al mundo a través de nosotras! ¡lactar! ¡recuperar nuestro cuerpo! Es DEMASIADO. Así que desde ahora, quiero renunciar a este conocido juego de las mujeres de hacernos las fuertes y querer vernos como SÚPER PODEROSAS. No lo soy, ni quiero serlo. Acepto el amor, el cobijo, la compañía y la ayuda de mis seres amados.
Quiero recordar que las hormonas alteran a la mujer, desde la gestación hasta los primeros años de vida, así que quiero cuidar de mi energía, abriéndole las puertas a quienes sé que me traerán agua de vida y cerrándoselas a aquellas personas que “me roban energía”. Y si, ya sé que desde una visión espiritual, nadie te roba energía a menos que nosotros lo permitamos, pero también sé que estoy en un momento de alta vulnerabilidad y no quiero exigencias extras, quiero hacerlo fácil, así que sino se siente bien, sencillamente no se siente bien y adiós.
Quiero recordar que la crianza es más fácil en tribu, deseo que los abuelos y los tíos sean parte de la vida de Elena, fue una de las razones por las que elegimos regresar a Colombia. Agradezco a Dios la bendición de contar con mi familia y todo el amor que hemos recibido para nuestra hija. A la vez, sé que ellos tienen otras ideas y otras maneras de hacer las cosas. Quiero construir cada día la sabiduría para discernir cuándo es necesario trazar un límite y cuándo es necesario flexibilizarnos y permitir que lo hagan a su manera.
Quiero recordar que la CULPA se escucha muy fuerte en la maternidad. Quiero reconocer esta voz como un banderín rojo que me advierte que estoy escuchando a la voz del ego y no a la del amor para nuevamente hacer el llamado hacia una mirada compasiva hacia mi.
Quiero recordar que en estos ocho años trabajando con familias, el conocimiento ha evolucionado como jamás lo imaginé y hay mucho de lo que consideraba correcto que ahora ya no lo considero así. La experiencia me ha demostrado que no existen verdades absolutas en la crianza (aunque nos de seguridad creer que sí), así que quiero recordar que en cada momento haré lo que considere correcto y que seguramente el conocimiento seguirá evolucionando y cuando vea hacia atrás diré ¡Dios santo, pero cómo hice eso! Y en ese momento quiero recordar que nunca será justo juzgar el pasado con el conocimiento del hoy.
Finalmente quiero recordar que solo conozco una verdad universal y es el amor. La única que permanece inamovible con el pasar del tiempo y la única que realmente es ESENCIAL para el desarrollo de cualquier ser humano. Así que deseo amar a mi hija con todo mi ser, cada día y con cada parte de mi y sé que ese amor será más puro, mas grande y mas poderoso gracias a las enseñanzas de la vida misma. Confío en la sabiduría y en el fluir de la vida, confío en que cada situación me acerca más al amor. Agradezco con el alma, la oportunidad de ser madre, sé que habrán momentos de sombra y también de luz, sé que me perderé y me volveré a encontrar, sé que lloraré y también sonreiré. Lo único que realmente deseo recordar es el poder de la CONSCIENCIA para transitar cada uno de estos momentos. Gracias a cada familia que me ha permitido aprender tanto de sus propias experiencias porque siento que cada uno de ustedes me enseñó una partecita de quien soy hoy como mamá.