A veces hay almas que no necesitan vivir la escuela de la vida en esta tierra: con algunas semanas de vida en la barriguita de mamá han cumplido su misión. Para mí son ángeles, almas de sabiduría que vienen a dejarnos los más grandes aprendizajes.
En nuestra cultura estamos acostumbrados a restarle importancia al fallecimiento de un hijo en el vientre, se considera una pérdida fácil de superar. Para muchos, la primera pregunta que surge es ¿cuándo puede volver a quedar en embarazo? Quisieramos por todos los medios evitar el dolor de la pérdida y hacer como si nada hubiese pasado. Tapar un vacío con una nueva ilusión.
Pero nunca es así, una muerte no pasa en vano. El fallecimiento de un hijo en vientre es la muerte también de un sinnúmero de ilusiones que venían con esa vida. Con cada semana de embarazo hay nuevas ideas, nuevos sueños, nuevas esperanzas. Una familia que pierde a su bebé en el vientre está en duelo, es necesario que esté en duelo.
Así mismo, es importante ritualizar esa perdida. Los rituales tienen una gran importancia a nivel simbólico en la psiquis de cualquier ser humano: nos ayudan a elaborar y resignificar el proceso vivido. Cargar al bebé, incluso vestirlo si ya estaba grande, acariciarlo, mirarlo, agradecerle y despedirnos, es parte del proceso. Darle a ese cuerpo el respeto que merece, cremarlo, enterrarlo, ofrecerle una misa o una ceremonia espiritual que vaya de acuerdo a las creencias familiares, todo hace parte del ritual de cierre.
Hacer el duelo es lo que nos permitirá cerrar amorosamente el proceso. No significa olvidar ni dejar atrás; por el contrario, se trata de hacer el proceso de elaboración que se requiere para recordar sin sufrimiento, para recordar desde la consciencia y el amor. No solo es un gran regalo para la familia, sino también para los futuros hijos, si la familia desea tener más hijos. Cargar a un hijo, a una nueva vida, de los miedos pasados, no vale la pena. Hacer el ejercicio de cerrar te permitirá darle a tu nueva semilla de amor el inicio que merece en este mundo.
Es así como una madre en ocasiones deja de llevar en su vientre una vida humana para llevar un ángel. Ese ángel nace en este mundo, entregando su cuerpo y recordando que siempre volvemos al lugar de donde provenimos. Traer al mundo a un ángel requiere un nivel de consciencia que muchos no tenemos: requiere tener absoluta certeza de que el vínculo que une a mamá, papá y bebé es un vínculo sagrado, un vínculo que trasciende todas las formas aparentes de este mundo, un vínculo eterno. La unión es siempre la fuerza de una familia. Una mujer que dio a luz a un ángel me dijo una vez: “mi ángel me dio la fuerza que necesitaba”. Yo la miré y vi un rostro lleno de tranquilidad. El parto de una vida es siempre una experiencia de inmenso poder, pero el parto de un ángel es la mas poderosa que conozco.
No todos en esta vida tenemos la experiencia de ser madres o padres de un ángel, pero algunos tienen el privilegio: son personas con una fortaleza fuera de este mundo, no se dan por vencidas, son grandes guerreros que a pesar de ser infinitamente difícil decidieron seguir adelante para construir sus sueños. Así como lo dijo una vez el padre de un ángel: “nosotros elegimos si nos quedamos aquí o seguimos adelante y sino seguimos adelante esta muerte habrá sido en vano”.
Hoy quise escribir este artículo en honor a todos los ángeles que nos han dado las más grandes lecciones en la vida. Esas almas puras que nos han enseñado a confiar, a ver más allá de las apariencias, a creer en la magia de la vida. Ellos se merecieron el cielo antes que nosotros. Nosotros seguiremos aceptando las lecciones de la vida para ganarnos lo que ellos en tampoco tiempo se ganaron. A ustedes, nuestros ángeles en el cielo ¡Gracias! A cada madre o padre de un ángel ¡Gracias! Gracias por enseñarnos que el amor no solo es la fuerza mas poderosa de este mundo, sino que trasciende todas las formas aparentes de este mundo.
Como decía Antoine de Saint-Exupery “Lo esencial es invisible a los ojos”.
Un comentario
Que belleza, hermoso artículo! Yo tengo 2 ángeles a quien siempre recordaré con amor, no fue fácil, pero gracias a Dios ahora tengo a mi bebé arcoíris que llegó para darnos alegría y esperanza!