Hasta ahora les he compartido un gran porcentaje de mi, pero no mi 100%. Desde pequeña, acompañé a mi madre a sus procesos de crecimiento personal. Cuando era niña Dios se sentía tan cercano, estaba convencida que Él era mi verdadero padre y que mi mamá y mi papá eran mis papás de la tierra, así les decía. Con Dios era suficiente. Siendo pequeña tenía visiones, a veces me asustaba, no entendía muy bien lo que sucedía pero mi mamá siempre me acompañaba. Vivía la espiritualidad muy de cerca.
Con los años fui creciendo. Vivimos procesos de “crecimiento personal” que terminaron asustándome un poco. Íbamos a temascales, cantábamos, habían danzas, mucho movimiento de energía. Yo era una niña muy sensible y quizá fueron caminos que en lugar de acercarme a Dios me fueron alejando. Me volví bastante escéptica, quizá con la intención de protegerme. Ya no quería mas procesos de sanación, quería vivir una vida “común y corriente”.
Estudié psicología con la certeza de querer servir, soñaba con ser la psicóloga de las embarazadas. Nada me parecía mas fascinante que el Milagro de la Vida. Estuve siempre en la disyuntiva de si estudiar medicina o psicología pero al final concluí que una persona sana mental y emocionalmente difícilmente se enfermaría. Mi sueño era también la psicología transpersonal, aquella disciplina que logra unir la psicología con la espiritualidad pero en Colombia no existía este pregrado y estudiar en el exterior se salía de nuestro presupuesto familiar.
Así que estudié psicología en Cali. En cuarto semestre decidí hacer un pare en mi carrera. Sentía que en la psicología todo era tan básico, yo necesitaba un poco más de profundidad. Tenía 20 años…pero ya llevaba 15 años transitando procesos de evolución personal y sentía que la psicología era muy plana. Decidí irme a Uruguay a meditar, medité 7 meses seguidos: me levantaba, meditaba, desayunaba (fruta), meditaba, almorzaba (fruta), meditaba, comía (vegetariano), meditaba. Así pasé 7 meses de mi vida y allí descubrí mi experiencia de consciencia. Ya no eran palabras leídas, escuchadas o dichas, ya era una experiencia real para mi. Fue tan poderoso lo que sentí que le dije a mis papás que quería dedicarme a ser maestra de meditación. Soñaba con que todo el mundo tuviera esta experiencia. Era lo más poderoso que conocía hasta ese momento. Deseaba el Despertar, era lo único que deseaba. Recuerdo la cara de mi papá al decírselo jijiji
Cuando regresé de Uruguay me di cuenta que meditar en un centro de meditación al frente del mar era bastante sencillo, pero meditar en medio de la vida cotidiana era el verdadero reto. Estuve seis meses reacomodándome a la dinámica de la vida común. No fue fácil acostumbrarme de nuevo. Realicé voluntariado en una Fundación de niños con cáncer, descubrí el eneagrama, me pregunté cuál era mi siguiente paso y elegí de nuevo la psicología. Quería servir y creí de nuevo que yo podría unir psicología y espiritualidad en mi práctica como psicóloga.
Trabajé en un colegio, después en un jardín infantil y fue allí donde decidí lanzarme por mi sueño de trabajar con familias en gestación. Inicié con Ágatha hace ya más de 4 años y medio. Ha sido un camino fascinante. Acompañar el Milagro de la Vida es el mayor privilegio que la vida me ha dado. Sin embargo, en Abril de este año, tras el paro Nacional, sentí tanta angustia, tanto miedo, tanta ansiedad que me obligué a retomar la meditación y mis prácticas espirituales. En ese momento descubrí lo mucho que me había alejado de Dios. Me asombró percibir tanta agresividad, tanto miedo colectivo, tanta locura ¿Dónde había quedado la crianza respetuosa? ¿la gestación consciente? ¿el parto consciente? Vi tanta tanta oscuridad…
Ágatha siempre se ha caracterizado por su enfoque 100% objetivo, 100% desde la ciencia. Es este mismo enfoque el que me ha abierto las puertas en hospitales, en conversaciones con doctores muy prestigiosos. Siempre me halagaban por mostrarme como una mujer estudiada, profesional. He acompañado familias de diferentes credos justamente por no incluir la espiritualidad en mi práctica. Sin embargo, en el momento del paro, sentí que no tenía sentido nada de lo que enseñaba sino estaba impactando el SER de las familias. Más importante que si una mamá tenía parto o cesárea, daba leche materna o formula, era QUIEN era esta mamá, QUIEN era este papá.
Así que he decidido unir la espiritualidad a mi práctica con las familias. Poner el foco en el SER. Continuaré realizando mis programas de educación, pero abriré nuevos espacios para ir más profundo. Siento que el regalo más grande que me ha dejado mi mamá es la espiritualidad y es este el regalo que yo les deseo compartir. Vamos a trabajar juntos por la evolución de la consciencia, el amor, la paz, el respeto…
El paro nacional fue un pare en mi vida. Me obligó a reconectarme con lo más sagrado que tengo y es mi experiencia de consciencia. Aún cuando me asuste mostrar esta parte de mi que nunca he mostrado en mi trabajo, siento que es la apuesta más coherente conmigo misma en este momento. Así que van a ver cambios. El mundo nos está pidiendo cambios. Merecemos vivir un sueño feliz. Reconocernos como hijos de Dios. Vernos con tanto amor como ÉL nos ve a nosotros. Para mi, es en ÉL donde radica la verdadera paz, el verdadero descanso.
No me considero de ninguna religión pero si una amada hija de Dios.
Espero no excluir a nadie hablando de espiritualidad, espero que sea una mensaje de amor, de paz, de consciencia que pueda llegar a todos sin importar nuestro credo.
Con cariño,
Marce
2 comentarios
Hola Marce, me siento muy identificada con lo dices, toda la situación en nuestro País y el desconcierto de percibir toda la oscuridad fue muy grande, pero supe que hay muchas otras personas que desean Amor y llevar luz, que están unidas en esperanza y que a pesar de todos esos contrastes nosotros debemos seguir siendo esas antorchas de amor y la miel que perdura pura e intacta en los corazones de todos aquellos que nos encontramos. Gracias por tu labor tan inspiradora
Muchas gracias por tus palabras! Así es! El corazón firme en el amor! Un abrazo